Dále a un hombre un pez, y le darás una comida, enséñale a pescar, y le darás una vida.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
la luna y el mar
La experiencia de salir a la mar, de madrugada, en la noche de luna llena, no se puede describir con palabras. Los pescadores más tempraneros tenemos la costumbre de salir a la mar cuando aún no ha roto el alba, y normalmente navegamos dentro de la oscuridad absoluta, con los ojos bien abiertos escrutando todo el horizonte en busca de algún otro barco y evitar una fatal colisión.
En la madrugada de la luna llena, en la que la luna se esconde cuando ya está amaneciendo, es un placer tan grande estar navegando en la bahía de Palma, porque la luna ilumina toda la bahía y puedes navegar tranquilamente, pues la visibilidad es muy buena, y si tienes la suerte de que el mar está encalmado, ya es la gloria, parece que estés en una pista de hielo. La escena de un mar tranquilo, totalmente iluminado, y al girar la vista por la popa y ver la estela de tu barco, rompiendo la calma del mar, y que al rato, la estela desaparece y todo vuelve a su sitio, es una sensación maravillosa.
Es una lástima que para la mayoría de la gente, la hora del alba sea la que nos cuesta más estar levantados. Hemos acostumbrado a nuestro cuerpo a una rutina de empezar nuestra actividad cuando el sol ya está fuera, no paramos hasta que el sol se esconde, y aún, de noche, nos quedamos mirando la tele o saliendo de copas hasta pasada la medianoche. Entonces nos cuesta levantarnos pronto. Y ésto es lo que normalmente nos perdemos, la hora maravillosa del alba. No hay ningún momento del día mejor.
En la oscuridad de la noche, en un momento dado, empieza a vislumbrarse una tímida luz en el levante, y desde este momento, empiezan a desplegarse una variedad de tonalidades impresionante. Es el alba. Salen tono verdosos, se tornan rojizos, después palidecen hacia un tono anaranjado y al rato, por encima, empieza a asomarse el color azul del cielo, y mientras tanto, en el lado opuesto, la luna se va escondiendo, apagando su luz blanca y dejando paso al astro rey, al sol.
En fin, que vale la pena madrugar, salir antes del amanecer para poder disfrutar del espectáculo del ocaso de la luna y el alba del sol.
Ah!, y los pescadores pensad que para un buen día de pesca hay que madrugar, y que si a las 11 no has hecho la pescada, dificílmente lo conseguirás.
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